MIÉRCOLES, 09/IX/2009: SALIMOS
Empezamos a hablar de ir a los Alpes por allá por el mes de marzo, proponíamos fechas, pero quedaba lejos aún…tan lejos…tantos meses en medio…pero soñar es gratis, soñar y perseguir esos sueños es lo que nos hace levantarnos por la mañana y salir a correr cuando aún no ha amanecido, o meternos en la piscina a las siete de la mañana, o moverte por el tablero cuando son las tres y no has comido todavía, o son las seis y media de la mañana y todavía tienes media almohada pegada en la cara…
Todos estos sueños, pirenaicos o alpinos, representan la razón de ser de los madrugones infernales, de los esfuerzos, de todos los “un poco más”. Las ganas de montaña no hacen que te resbale todo lo demás, no implica que lo demás te deje de importar, nada pierde su sentido. Lo que sí es cierto es que los problemas se difuminan en cuanto te calzas las botas, te pones la mochila y empiezas a andar; o en cuanto te colocas los gatos y el arnés…todo pasa a un plano confuso, y no parece tan grave. Unas veces lo es, y sigue ahí; en cambio otras, te das cuenta de que no es para tanto, que no se va a caer el mundo…
La fecha prevista de salida hacia Chamonix era el 9 de septiembre. El Mont Blanc por los cuatromiles…increíble…siempre había creído que se me quedaba demasiado grande, demasiado lejos…Pero se acercaba el momento, y la meteo no era clara…que si dan malo para el sábado y el domingo, que si la predicción no era muy de fiar…Yo ya miraba mapas de Picos de Europa, como alternativa a nuestro viaje frustrado por el Paraíso de los glaciares y horizontes interminables.
Llegó el día, la predicción pintaba bien…nos vamos!!!! Álex, Alberto y Jorge me recogen en Tragsa y salimos hacia los Alpes. En el coche vamos emocionados, no paramos de hablar, de imaginarnos situaciones hipotéticas, de aclarar cómo actuar en caso de algún abandono, de cómo aclimatar el día antes, de qué vamos a llevar en la mochila cada uno, qué cordadas vamos a hacer, qué material llevamos…todos tenemos tantas ganas que el viaje, en este punto, ya vale la pena…sólo queda lo mejor!
JUEVES, 10/IX/2009
Después de haber dormido en Figueres, desayunamos como reyes en ruta, y llegamos a Chamonix, justo a tiempo para comer. Pasamos por el teleférico de la Aiguille du Midi y allí está Edesio: Edesiooooooo!!! Está tan ilusionado como nosotros…ya estamos todos (Donato viene a pedacitos, en cada uno de nosotros, constantemente en la cabeza, que incluso nos dirigimos a él en un par de ocasiones, como si allí estuviera) Comemos con algo de prisa y vamos a transformarnos al coche…o lo intentamos porque ni Jorge ni yo nos acordamos de cómo llegar hasta él…que penosos somos!!
Nos ponemos toda la ropa de montaña encima, el arnés con los tornillos de hielo colgando, los mosquetones, el cabo de anclaje…qué calor! Pero en cuanto salgamos del teleférico vamos a estar a 3.775m, es como de otra galaxia, para los que estamos acostumbrados al Pirineo.
Llegamos arriba: guantes, gorro, casco, crampones, piolet, nos encordamos…con tres cuerdas? Pero si llevamos una cuerda demás, ayssss, qué descoordinación!! Edesio corre a dejarla en el teleférico, para intentar recuperarla el domingo, a la vuelta.
Nos vamos felices y contentos al refugio de Cósmicos, donde una elaborada cena nos proporciona el sueño suficiente para dormir como niños…
Empezamos a hablar de ir a los Alpes por allá por el mes de marzo, proponíamos fechas, pero quedaba lejos aún…tan lejos…tantos meses en medio…pero soñar es gratis, soñar y perseguir esos sueños es lo que nos hace levantarnos por la mañana y salir a correr cuando aún no ha amanecido, o meternos en la piscina a las siete de la mañana, o moverte por el tablero cuando son las tres y no has comido todavía, o son las seis y media de la mañana y todavía tienes media almohada pegada en la cara…
Todos estos sueños, pirenaicos o alpinos, representan la razón de ser de los madrugones infernales, de los esfuerzos, de todos los “un poco más”. Las ganas de montaña no hacen que te resbale todo lo demás, no implica que lo demás te deje de importar, nada pierde su sentido. Lo que sí es cierto es que los problemas se difuminan en cuanto te calzas las botas, te pones la mochila y empiezas a andar; o en cuanto te colocas los gatos y el arnés…todo pasa a un plano confuso, y no parece tan grave. Unas veces lo es, y sigue ahí; en cambio otras, te das cuenta de que no es para tanto, que no se va a caer el mundo…
La fecha prevista de salida hacia Chamonix era el 9 de septiembre. El Mont Blanc por los cuatromiles…increíble…siempre había creído que se me quedaba demasiado grande, demasiado lejos…Pero se acercaba el momento, y la meteo no era clara…que si dan malo para el sábado y el domingo, que si la predicción no era muy de fiar…Yo ya miraba mapas de Picos de Europa, como alternativa a nuestro viaje frustrado por el Paraíso de los glaciares y horizontes interminables.
Llegó el día, la predicción pintaba bien…nos vamos!!!! Álex, Alberto y Jorge me recogen en Tragsa y salimos hacia los Alpes. En el coche vamos emocionados, no paramos de hablar, de imaginarnos situaciones hipotéticas, de aclarar cómo actuar en caso de algún abandono, de cómo aclimatar el día antes, de qué vamos a llevar en la mochila cada uno, qué cordadas vamos a hacer, qué material llevamos…todos tenemos tantas ganas que el viaje, en este punto, ya vale la pena…sólo queda lo mejor!
JUEVES, 10/IX/2009
Después de haber dormido en Figueres, desayunamos como reyes en ruta, y llegamos a Chamonix, justo a tiempo para comer. Pasamos por el teleférico de la Aiguille du Midi y allí está Edesio: Edesiooooooo!!! Está tan ilusionado como nosotros…ya estamos todos (Donato viene a pedacitos, en cada uno de nosotros, constantemente en la cabeza, que incluso nos dirigimos a él en un par de ocasiones, como si allí estuviera) Comemos con algo de prisa y vamos a transformarnos al coche…o lo intentamos porque ni Jorge ni yo nos acordamos de cómo llegar hasta él…que penosos somos!!
Nos ponemos toda la ropa de montaña encima, el arnés con los tornillos de hielo colgando, los mosquetones, el cabo de anclaje…qué calor! Pero en cuanto salgamos del teleférico vamos a estar a 3.775m, es como de otra galaxia, para los que estamos acostumbrados al Pirineo.
Llegamos arriba: guantes, gorro, casco, crampones, piolet, nos encordamos…con tres cuerdas? Pero si llevamos una cuerda demás, ayssss, qué descoordinación!! Edesio corre a dejarla en el teleférico, para intentar recuperarla el domingo, a la vuelta.
Nos vamos felices y contentos al refugio de Cósmicos, donde una elaborada cena nos proporciona el sueño suficiente para dormir como niños…
viendo la foto recuerdo nuestros viajes, cada tres semanas, a Valencia a la ortodoncia.Nada más montar en el coche te dormías. Mor.
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