15 de diciembre de 2012

ME ENCANTA EL INVIERNO!!!

Últimamente no me acordaba. El otro día, mientras circulaba a 40 km/h de camino al trabajo, en medio de una copiosa nevada, intentaba recordar qué tiene de bueno el invierno. Cuando llegué y casi me mato de un resbalón al bajar del coche, aún me acordaba menos.

Un poco más tarde conducía por la nieve y me encontré un coche cruzado en la cuneta. Y más tarde otro. Y luego otro. Luego vinieron los que no llevaban cadenas, luego los que no sabían ponerlas. Y luego los que las llevaban y sabían ponerlas, pero apuran hasta que se cruzan y tiene que ir la grúa, y entonces piensan por qué no pusieron las cadenas.
Ya por la tarde caminaba por una de las calles intentando no morir en el intento, esquivando el hielo como podía, cuando de repente se me cayó encima un montón de nieve de un tejado...qué tendrá de bueno el invierno???

Al día siguiente seguía sin acordarme, preocupada, y tenía los pies tan helados que no podía ya ni imaginarlo. Conducía de vuelta a casa, ya de noche (otra vez de noche!!!) y ya estaba mosqueada.

Otro día más, y ya no podía ser. Me decidí a buscar la respuesta allí donde casi siempre aparecen las soluciones: en el bosque. Me puse mis zapatillas de correr: y dos capas de ropa, y el gorro, y los guantes...y salí por la pista hacia Gavín. Nada. Me sobraba ya una camiseta, cuando la senda empezaba a subir. Nada. Llegué al desvío hacia la caseta de las Brujas, y en la senda empezó la fiesta: barro, hielo, nieve y hojas de roble congeladas. Empezaba a intuir la respuesta...en cada resbalón sentía ese “casi...pero no”, hasta que tras el resbalón di con mi culo en el suelo (ahora era casi...pero sí). Luego una piedra camuflada bajo la nieve me hizo caer de nuevo. Pero llegué a casa con respuesta.

Esta mañana el sol no quería salir, está muy tímido últimamente. Pero yo quería comprobar mi hipótesis. Nos poníamos las botas (nuevas) y yo notaba ya el gusanillo por la tripa, mi hipótesis se iba a confirmar en cosa de segundos. Pegaba las focas cuidadosamente, cerraba la mochila, me ponía los guantes, y por fin, los esquís! Sara y yo no dejábamos de hablar, emocionadas las dos, de montaña, de viajes,...y Marc el pobre abriéndonos la huella.
Luego una bajada triunfal por el bosque, de las que te saca la sonrisa, de las que provocan un solo pensamiento: ME ENCANTA EL INVIERNO!!!!

22 de agosto de 2012

LA FALSA EMBARCADA

Habíamos quedado para hacer el Espolón del Gállego, que según palabras de los aperturistas “la puede hacer todo el mundo”. Eso me gustó. La meteo anunciaba un día de horridez en los centígrados, así que decidimos subir un poco más, al Aspe. Vía asequible, en mente desde hace tiempo…bien, bien…


Pero no todo iba a ser tan fácil. Hubo un cambio de planes que vaticinaba fracaso: La vía Flammes de Pierre al Petit Pic du Midi d’Ossau. Vía de aventura. Yo la verdad que como “me llevan” ni había mirado la reseña (sí había estado con las dos anteriores), y no me había percatado del pequeño detalle: esa vía tiene 15 largos!!!! Es que cada vez que lo pienso, me da la risa. Y va y quedamos a las 8 en Biescas. Oye, como unos campeones…

Dejamos el coche en el Portalet, y salimos andando animados, charlando, tan campantes…Llegamos al collado donde se supone que debemos ir hacia el norte. Vemos una senda que intuimos es la nuestra, y vamos avanzando, y avanzando…pero la dichosa llanta de bicicleta que nos tiene que indicar el inicio de la vía, no aparece por ningún lado…Subimos una canal, que esperamos nos lleve al pie de la vía. Unos vamos por un sitio, otros por otro…hasta que de repente, Enrique encuentra la cueva, y la rueda de bici: bien! La vía! Ni se nos ocurre que son más de las 12 del mediodía, casi cerca de la 1, y que tenemos 15 largos de una vía que no conocemos, por delante. Estamos tan entusiasmados que ni lo pensamos. Estamos una cordada en el pie de vía, y esperamos a la otra, tras haberles gritado nuestro hallazgo. Pero no aparecen, de momento. Pensamos que han decidido tirar por otro lado, así que empezamos.

Pasamos el primer largo, el segundo…chimenea, placa, las cuerdas que rozan, los largos que no se intuyen y encima no hay nada que indique que vas por la vía. En resumen, el Midi. Así van pasando las horas, con un Enrique soberbio a la cabeza. Ya sabemos que nuestros compañeros han empezado la vía por un camino alternativo, pero que ya la van siguiendo por delante.

Al llegar al final del 7º largo, son las 5 y media de la tarde, y yo ya tenía claro que había que salir de allí, y seguramente nos tocaría usar frontal. Vemos a nuestros compañeros unas decenas de metros más arriba, que no pueden hacer cima sin nosotros porque su cuerda es corta para uno de los rápeles (y porque tampoco les iba a dar tiempo), así que les decimos que se bajen a la brecha, donde más de uno y más de dos han escapado de allí en nuestra misma situación. Nos bajamos algo tristes, y confusos por una bajada nada fácil, ni obvia. De nuevo, el Midi. Destrepes de II, y de III, hasta que después de varias horas, llegamos a la senda que nos devuelve, sin frontal, al refugio de Pombie, y después al Portalet.

Es muy curioso, llevo todo el día con la sensación de “embarque”. Tanto en la aproximación, como en la vía (ni un clavo que te indique “es por aquí”, bueno, venga, uno…), como en el descenso…los hitos eran como de cachondeo…pero esto es así, es un embarque, que de repetirlo, deja de serlo, y se convierte en vía, y en descenso. Volveremos con más tablas, y madrugando…

30 de abril de 2012

PIROPEANDO

Cierro los ojos: oigo el viento golpear la génova, huelo a salitre, siento el vaivén, el impulso eólico que nos transporta. Los abro: veo a mis amigos sonrientes, sentados en la bañera del Piropo, al frente se intuye ya Antigua, isla a la que nos dirigimos. Hablan de grados, de nudos, yo escucho atenta este lenguaje nuevo que deseo aprender.

Esta mínima incursión en el viaje de mis amigos hace que una se lo crea todo. Sólo hay que soñar en serio, y creérselo. Hace unos años, Dani hablaba de esto, como hablamos muchos de nuestros sueños del cajón que cerramos una y otra vez. Pero sus ojos hablaban en serio, y se atrevieron a soñar, abrir ese cajón y sacar algo gordo.

Llegamos al aeropuerto de Guadalupe por la tarde, y allí estaban, buscándonos con la mirada: Los ojos marinos de una y los celeste del otro, parecieran hechos justo para esta aventura. A los cinco minutos ya me parece que los he visto ayer. Es mágico esto que pasa con los amigos, llevas ocho meses sin verles y parece que has estado echando un café ayer con ellos, sigue la misma confianza, la misma naturalidad de siempre. Pero con mucho más que contar. Las conversaciones se alargan, se suceden los temas, nos preguntamos de todo, y de todos: padres, hermanos, trabajo, vacaciones, viajes, montaña, amigos, planes (planes?), sueños…

Visitamos La Soufrière, un volcán en activo, que huele a azufre que apesta, pero tiene una excursión preciosa entre la niebla. Visitamos playas paradisíacas, y disfrutamos de la compañía con una intensidad inusual: no sabemos cuándo podremos volver a visitarles. Esa incertidumbre me aturde un poco, aunque me hace valorar más si cabe, cada minuto. Y el Piropo, su velero, se hace un hueco entre nosotros como uno más, como si tuviera personalidad propia. Admiro la vida así, tan sencilla, tan ajena a lo superfluo, y tan rica en detalles. Admiro desprenderse de todo este lastre que nos ahoga hasta límites insospechados, y luego aún nos apretamos un poquito más la soga, como buenos masoquistas.

Estar en la marina haciendo los papeles en inmigración me parece un momento especial. Haber llegado a un país con mis (sus) propios medios, sin pasar por el aparatoso aeropuerto, me parece algo increíble. Ellos ya están acostumbrados.

Pasan los días y la fecha en que estamos coincide con la escrita en el billete de vuelta: Maldito calendario, que se apresura cuando uno no quiere. Quisiera romper el billete, ese traidor que me llena de tristeza, que fuerza el final de un viaje mucho más profundo de lo esperado.

Esta mañana conducía bajo la nieve, descolocada, sin entender nada de nada…

29 de marzo de 2012

100 AÑOS SCOTT

"Asumimos riesgos, sabemos que fue así; las cosas no estuvieron a nuestro favor, y por tanto, no tenemos motivo de queja, pero, en manos de la Providencia, estamos determinados a dar lo mejor hasta el final".

Se celebra hoy el centenario de la muerte de Scott.

28 de marzo de 2012

LEÇON 1: BONJOUR!!!

Fin de semana! Ah, no, lunes y martes, aunque para mi sean sábado y domingo, a efectos prácticos. Aún no me acostumbro a no tener un trabajo “normal”, de lunes a viernes…El caso es, que con el buen tiempo que hace y habiendo nevado hace unos días…Benasque nos espera!!

Salimos el domingo con el coche cargado de muchas cosas, pero sobre todo de muuuchas ganas de monte, de ilusión y de emoción por lo que nos espera. Esa noche dormimos en tienda de campaña (hay que ahorrar para otros viajes…), que no haciendo frío y a falta de furgo, es donde mejor se está, bajo un cielo cargadito de estrellas (aunque dentro de la tienda no se ven, claro). El saco de plumas produce un efecto somnífero casi inmediato, esa calidezzzzzzzzzzzzzzzzzz

Siete de la mañana del sábado (ah, no, del lunes), nos vamos al Alba, al pico, digo. Nos juntamos en los Llanos del Hospital con nuestros amigos Thierry y Francis: Bonjour! Y empieza el curso de francés. El día va calentando, y nosotros con él. En las escasas paradas nos contamos un poquito de nuestras vidas, y seguimos a lo nuestro. Llega el momento de los crampones, y nos vamos para arriba, sin saber aún si lograremos hacer cumbre, a ver la arista en qué condiciones se encuentra…Desde la antecima podemos saborear casi lo que aún no hemos conseguido, la cima se ve muy asequible esta vez. Yo me pego a la pequeña bestia, Thierry, al que intuyo hábil en este terreno mixto y afilado. Y mi intuición no falla. Tiene un ojo para él y otro para mí. Y voilà! La cima, agradecimientos, sonrisas metálicas, y chorizo. Qué buen día hace…pero bueno, pero otra vez? Ahí está Latre, que “se ha quedao sobao” esta mañana, y ha salido de Jaca a las 9 de la mañana. Y ahí está sonriente como si nada…Esto no es humano. Pero, pero…hago cuentas y no doy crédito.

Antes de bajar a la Renclusa, vemos en el pico Paderna un verdadero batallón del ejército ¿y JuanPa?, hay un montón de figuritas verdes bajando hacia la Renclusa también, y nosotros pensando que entre semana no habría nadie en el refugio…La bajada, para qué contaros…unos marcando estilo, y otras haciendo movimientos grotescos, lo vamos a dejar ahí.

Pasamos la tarde al sol, dejando que pase el rato entre cervezas y paisaje y charla, qué gusto, qué bien se está…sólo nos queda que lleguen Champi y Alfredo, para juntarnos los 6 en la cena. Aquí llegan prensa en mano, y enseguida nos ponemos a dar cuenta de una cena pantagruélica, buf! Por la noche, los tapones y la digestión alejan los ronquidos hasta el infinito o más allá, y consigo dormir como un tronco.

Mañana de domingo con el refugio hasta arriba (aunque sea martes), desayunamos (sin hambre) y nos preparamos. Enrique y Marie Claude llegan puntuales, tras una pequeña palicilla que llevan ya en las piernas, así de buena mañana. Nos acomodamos a las circunstancias del día, y nos sale un plan redondo, triunfal, diría yo. Hoy no tengo yo el mal día, pero ha sido una suerte, y lo siento, que alguien lo tuviera, ya que nos guió hacia la mejor ruta posible. La huella impecable de Alfredo surca la nieve polvo, hasta el punto donde dejamos esquís. De allí al pico del Medio hay una entretenida trepada. La cima sabe a gloria! Qué gozada, y qué cola hay en el Aneto, pero si parece la carnicería antes de un puente! Y nosotros allí estamos, solos, disfrutando los unos de los otros. Fotos de rigor, uno que se esconde, otro que pone cara rara...Solicito los servicios de un guía para la bajada, que luego resultó más fácil de lo que pensaba (o que el guía era muy bueno), y nos dirigimos ahora al pico Coronas, un paseo…Ahí Thierry saca su pócima secreta, un caldo alcohólico que resucita a un muerto! Sólo él sabe lo que hay ahí dentro…

Y con este buen sabor de boca (no el del alcohol, sino el de los picos), bajamos por la mejor nieve que he esquiado este año: nieve polvo, suelta, ligera, facilona…una gozada bajar por el glaciar del Aneto con esta nieve tan dulzona. Poco a poco, la pérdida de altura, hace que la nieve vaya empeorando, hasta lo normal: la pasta primavera, o la costra, que es a lo que estamos acostumbrados.

Todo, todo, hasta el coche me parece una suerte. Un regalo.

À la prochaine!



 

5 de marzo de 2012

UN MAL DÍA

Un mal día puede tenerlo cualquiera, eso pienso hoy, mientras llueve sin ganas.

Ayer era un día de travesía normal, incluso bueno diría yo. Una ruta ingeniosa, saliendo de Panticosa y llegando a Sallent, un día aceptable tirando a bueno, muchos amigos y poca nieve.
Un largo porteo que se lleva bastante bien, me aleja de unos amigos por delante, y de otros por detrás. A los de delante les veo, pero no les oigo; a los de detrás, ni lo uno ni lo otro. Y uno pudiere pensar ¿Y por qué no te paras y esperas? Pues porque todos tenemos el demonio del esfuerzo (y el egoísmo) en la orejilla, que nos dice "venga, dale duro que pillas a los de delante". Pero no es así, porque no estás tan fuerte como ellos, y entonces empiezas una lucha absurda, hasta que toca poner esquís y nos agrupamos.
La nieve dura siempre me ha superado, subiendo y bajando. Me hace diminuta y torpe; y a mi, ese papel me va, me envuelve y me lo creo tanto que me convierto en mi personaje. Enseguida pongo cuchillas y casco, pero sigo torpe, y de paso muy lenta. Y todavía disminuyo más. El diablillo que habita en mi oreja se me ríe, me señala al resto del grupo allí arriba, sin poner cuchillas, y se mofa de mis sudores fríos por un poco de nieve dura, ni siquiera hielo. Y yo le hago caso y me desconcentro más aún, hasta el punto de desear volverme. Pero no vuelvo.

Hasta el collado la cosa va mejor, menos torpe pero sin encontrar la confianza. Y el día se hace de blanco y negro, se llena de grises...Donde todos flanquean con soltura yo voy con crampones y piolet. Mi diablillo me hace la zancadilla, por miedosa y torpe, se aburría ya en la oreja...caigo con las rodillas en las piedras, a ver si aprendo…
Pongo esquís de nuevo para subir al último collado, y allí el viento se lleva muchos de mis pensamientos. Hay que bajar un tramo con crampones, salvo los expertos que bajan con esquís (el experto, vaya). Ahí me muevo bien, el diablín se calla de una vez, pero en cuanto nos ponemos los esquís para seguir barranco abajo, reaparece el maldito, y no para de reírse en todo el rato. No puedo ni bajar, ni posición ni nada, ni la cuña me sale por esas palas heladas, que sólo me atrevo a derrapar. Siento tanta vergüenza por mi debilidad y torpeza que quiero desaparecer. El diablo se ha cansado de mi, al ver que no reacciono ya, y me ha dejado sola...

Una vez nos quitamos los esquís, y cogemos ya la senda con Sallent al fondo, respiro un poco aliviada, aunque el reloj martillea mi cogote, y no quiero más que llegar a tiempo a trabajar.

Lo siento amigos, siento el mal día.

16 de enero de 2012

..ya no vuelvo!

Se suceden las jornadas de travesía como el día de la marmota. Justo en el momento de pasar de las cuchillas a los crampones, suelto mi frasecita: “es que el horno no está para bollos, yo hasta que no nieve ya no vuelvo” Y se me llena la boca diciéndolo, como si me lo creyese. Pero la realidad es que el único momento incómodo del día son los dos minutos de foqueo por la ya mítica “nieve-cristal” o “hielo-cristal” (ése es un jardín donde no voy a entrar…) que se empeña en acompañarnos esta temporada…
Y si ese momento me incomoda tanto, por qué no pongo crampones antes? Pues me resulta difícil de saber. Cuando a mi me parece que hay que poner crampones, veo que todo el mundo avanza cómodamente con cuchillas. Así que voy a ello, como todos, pero no soy tan hábil. Si no me enfrento a estos momento “de tensión”, no podré mejorar la técnica…En fin, que sufro, me ralentizo, sudo, hasta que llega el momento de los crampones…

Las salidas, bien escogidas, y para los que nos gustan los crampones, son una gozada. Una vez me deshago de las tablas (lo de “deshacerse” es un decir, por que las llevamos a la espalda, no desaparecen) noto un bienestar, una sensación de seguridad…falsa quizás, pero placentera…y el tiempo es bueno, ni una nube, ni borrascas…sólo disfrutar del día, hasta que te toca ir a currar, claro…

Pero subiendo me doy cuenta de que lo que nos gusta es el monte, y da igual si no hay “paquetón”, si la nieve está así o asá…miro a mis compañeros (bueno, que son todos amigos, pero parece que lo de “compañero” queda más montañil) y veo que no queremos más. Estamos todos encantados de asomarnos a nuevos collados, de ayudar al que se le sale el crampón, de ponerse debajo del que tiene miedo, de animar al que destrepa, cediéndole un piolet para seguridad “extra”, e incluso de opinar y dar órdenes desde las alturas, a los pobres que hacen lo que pueden bajando…

Y en cuanto pones esquís para bajar toda esa nieve primavera (quién dice que no hay nieve?), me voy tragando letra por letra mi frasecita anterior, y se disfruta tanto, que no me imagino no saliendo a esquiar…pero qué bajada!!!!! Intento transmitirle a Champi mi entusiasmo por una inesperadamente buena bajada, que me veía con la cuña hasta el coche, y nada de eso. Sigo queriendo más!

Y quién no se lleva la sonrisa puesta tras un día como los que estamos teniendo?