7 de diciembre de 2011

DÓNDE ESTÁ LA NIEVE?

Subo a Sallent concentrada y nerviosa, pero me permito mirar al Pirineo de vez en cuando y soñar un poquito….soñar, nunca mejor dicho: pero dónde está la nieve? Miro hacia Ordesa, y aún se ve un poco, pero vamos, que el panorama es desolador. Pienso que todavía estamos a finales de noviembre, que quizás seamos un poco ansiosos; pero cuando uno está estudiando horas y horas y alguno que otro marcha con los esquís…la fuerza de voluntad tiene que llegar con armadura, escudo y lanza.

En el escritorio me pongo una sentencia “PER ARDUA AD ASTRA”, es algo que he hecho desde mi época de instituto; siempre alguna sentencia acompañando los textos de historia, de filosofía, más tarde de elasticidad, de política forestal, de restauración hidrológica…y por fin, de la oposición. Frases que leer cuando decae el ánimo, cuando crees que no puedes más, que la cabeza ya no puede absorber una sola frase más.

Pero de un día para otro se acaba el estudio, me libero, y entusiasmada saco los esquís. Ahora tengo tiempo, hace sol…sólo falta una cosa: NIEVE! Estudiamos el panorama pirenaico, y ya hemos visto gracias a “Sendero Límite” que en el Pirineu gironí sí hay nieve, y bastante además.

Justo el fin de semana, casi nadie tiene libre, así que quedamos Champi yo, con unas ganas de esquí dispuestas a recorrer kilómetros. Y allá que vamos. El sábado por la mañana el día sale un poco ventoso, pero bastante bueno. Estoy nerviosa, entusiasmada, me pongo las botas casi ansiosa. Qué ganas de empezar a foquear! Champi se va alejando, imparable, y yo, a mi marcha, voy llegando. El pobre se enfría en cada collado, en cada cima, sufriendo las rachas de viento helado, mientras llega la lenta de Blanca…Desde el Pic de la Dona (2.704m), tenemos una bajada inesperadamente gloriosa. Empinada, con una capa de nieve polvo sobre la nieve dura de días atrás, qué maravilla, qué bajada! Pero lo bueno acaba, y nos toca volver a subir, y “el bulldozer”, sin nieve que mover, sube a toda velocidad. Y yo, un poco decepcionada por mi forma física, me canso. Poco a poco llego a la cima (Puig de Bacivers, 2.845m), y después seguimos al Bastiments (2.881m) por la cresta. Preciosa cima, en la que no podemos entretenernos por el viento, que no deja de soplar. La bajada hasta las pistas no está mal, pero tras la primera de la mañana…las demás ya no han sido lo mismo.

Y el domingo, con un poco de prisa por la vuelta, decidimos hacer algo corto, pero muy chulo: el Pic Gra de Fajol (2.708m). Yo me veo mucho mejor que el día anterior, sobre todo porque el desnivel es 400m menor…

El sentimiento de volver a la montaña, de volver al esquí, de compartir un fin de semana sin horarios, sin estudio, sin remordimientos…me invade la sensación de que todo sale bien, de que tengo una buena racha…pero, sin embargo, sigue sin nevar…

18 de octubre de 2011

EL VIAJE A DUNCHE

En el billete de autobús hay varios datos en lo que uno no repara, y son de especial interés. En primer lugar hay un apartado en el que pone “Arrival time”. Ésta no es la hora a la que vas a llegar a tu destino, que eso nunca se sabe…Es la hora a la que debes llegar a la estación de autobuses, es decir a la calle. Nuestro autobús salía a las 8:30, pero la hora de llegada eran las 8, y el autobús, a las 8:10, salió…
Otro pequeño detalle son los números de asiento. Puede que te vendan billete sin número de asiento. En ese casó te tocará bien sentarte encima de un saco en medio del pasillo, en el mejor de los casos, ir sentado en el pasillo directamente, puede que con alguna gallina encima, ir depie (el viaje son 9 horas) o colocarte en el techo. Si tienes número de asiento, cuanto más alto sea ese número, peor asiento tienes…Nosotros teníamos los asientos 12 y 13, y eran en la última fila que ni cabes, y los baches son más divertidos que en ningún otro lugar. Eso sin tener en cuenta que vamos sentados 6 ó 7 cuando hay sólo 5 asientos. Mi hombro sale por la ventana, y mi rodilla por el siento de delante, vamos como sardinas en lata!
Otro detalle a considerar: el destino. Aunque Ramche se parezca a Dunche, sobre todo si está manuscrito, no es lo mismo. La carretera, en sus últimos kilómetros hacia Dunche, está muy deteriorada, sobre todo al final del monzón como la pillamos nosotros. Y el autobús no llega a Dunche como un pardillo turista espera. Ni cerca.
Han hecho un buena cuneta de hormigón, y gracias a eso no está todo lo mal que podría, pero algunos tramos son roca viva. Otros son socavones. Nosotros nos sorprendimos de lo bien que iba el viaje al principio, pero poco a poco la carretera empeoraba, hasta que llegamos a un tramo intransitable, con algún coche cruzado en medio. Hasta ahí habíamos llegado. Nos bajamos en medio del chaparrón monzónico, y nos pusimos a andar hasta pasar aquel tramo, a ratos descalzos con el agua por los tobillos, donde en teoría nos esperaría otro autobús para continuar el viaje. Esperamos metidos en una camioneta, imaginando que sería nuestro transporte a Dunche, pero no era más que un lugar de cobijo durante la espera. Llegó otro autobús que nos acercó otros pocos kilómetros a nuestro destino, pero en un momento dado se paró. Nos enseñaron nuestros billetes para comprobar que en ellos estaba escrito Ramche, no Dunche. En fin, estábamos a dos horas a pie, y no sabíamos en qué momento pasaría otro autobús que nos llevara hasta allí, así que empezamos a caminar bajo la lluvia. Otro autobús pasó al rato y nos recogió. Ya no teníamos sitio dentro, así que pasamos al techo, mucho más interesante. En el techo íbamos sentados encima de nuestras mochilas, las cabras sentadas sobre nosotros (qué calorcito dan las cabras!), el paraguas en una mano, la otra mano aferrada a la barra del techo. Los niños acercándose al paraguas para refugiarse de la lluvia. El revisor que pide rupias (con qué mano se las doy? Qué suelto? El paraguas o la barra del autobús?) Veo al frente roca viva, y pienso que no se atreverá a pasar por allí el autobús. A mi lado un cortado que me impresiona. Y el autobús allá que va. Se encaja entre la roca como una pastilla de jabón, de un lado para otro. Pienso en el accidente que vamos a tener ¿Hacia dónde debería lanzarme? ¿Por qué no he traído el casco de escalada? ¿Cuantas vueltas de campana daríamos?

Pero pasamos sin incidentes…y por fin, se acaba el suplicio. Seguimos a pie desde la oficina del Parque Nacional, donde nos hacen el permiso sin ningún problema. Nos sentimos mucho mejor caminando...y agradecemos no tener que volver a coger este autobús a la vuelta, ya que caminando llegaremos muy cerca de Kathmandú...pero eso vendrá más adelante.

16 de octubre de 2011

BUROCRACIA NEPALI

Tras un día completo de agotadora visita turística, volvemos al hotel. Sólo nos queda preparar la mochila para salir al día siguiente hacia Dunche, e iniciar el trekking del Langtang. Habíamos dejado encargados a los del hotel, de nuestros billetes de bus, permisos del parque, etc. y, tan tranquilos nos habíamos ido todo el día. Cuando llegamos por la noche, por supuesto, no había nada hecho. Nos fuimos a una agencia para que nos lo gestionaran, pero no fue todo lo fluido que esperábamos.

Era bastante tarde, todo cerraba ya, y aquellos personajes hacían cuentas extrañas mientras se frotaban las manos. “Suma total: 12.000 rupias” Jorge y yo nos miramos entre sorprendidos e indignados, no nos salen esas cuentas por ningún lado. Entiendo perfectamente que tengan que sacar dinero de las tramitaciones, que las gestiones que hacen cuestan lo suyo, que viven de esto, lo entiendo todo. Pero aun así me entristece que me engañen. Me indigna que me intenten convencer de que un billete de autobús cuesta cuatro veces más de lo que realmente cuesta. Y que te lo discutan y pretendan hacerte creer que eres extraterrestre. Cuando ya nos superó la tomadura de pelo, decidimos retrasar un día más el trekking, que por otra parte nos iba bien dejar que el monzón se calmara, y adentrarnos al día siguiente en el mundo de la burocracia nepalí. Era un reto, estábamos muy motivados. ¿Lo conseguiremos?

Teníamos 3 gestiones que hacer: tarjeta TIMS, permiso de entrada en el Parque Nacional del Langtang, y billete de bus a Dunche.

Llegamos a las oficinas del Departamento de Parques Nacionales antes de que abrieran: la primera en la frente. Nos dicen que la oficina del parque del Langtang no abría ese día porque era festivo (sin embargo, otras oficinas de otros parques sí estaban abiertas ¿?). No problem, Nepal no problem. El permiso se puede sacar allí mismo en una garita, no hay que llevarlo desde Kathmandú. Bueno, lo siguiente era la tarjeta TIMS. Esta tarjeta es como un registro que lleva el Gobierno de Nepal de la gente que está haciendo trekking por allí. Hay dos tipos de tarjeta: la azul, que indica que la has sacado a través de agencia, y la verde que es la que te sacas por tu cuenta. Esta última era gratuita, hasta 2010. Por lo visto en 2010 han hecho muchos cambios con respecto a revisión de precios, y otros asuntos relacionados con el turismo trekkero. Actualmente, esta cartilla cuesta 20 dólares si la haces por tu cuenta, y creo que 30 por agencia. Rellenamos nuestro formulario, con las fotos de carnet que llevábamos y la fotocopia del pasaporte necesaria (estábamos orgullosos de nuestra previsión) y cuando se hacen las 10:00 a.m., nos acercamos al mostrador a hacer la gestión, pero allí no hay nadie, y las luces siguen apagadas. Nos dicen (tras llevar una hora allí) que esa oficina tampoco la abren hoy, pero que hay otra oficina, la oficina del TAAN que sí está abierta hoy, aunque el horario es un poco peculiar: sólo abre de 10 a 12!!! Pero qué horario de la muerte! Es como una broma. Formamos equipo para la gincana burocrática con una pareja anglo-hispana, y nos metemos en un taxi camino de la oficina, con muchas reservas en la cabeza. Descubrimos que el taxista no tiene ni idea de dónde está la oficina…y el tiempo corre. Pregunta a un policía por el TAAN, y el policía parece aún más perdido que el taxista. Les enseñamos el plano, pero nada. Seguimos circulando, cuando de repente señalo exaltada: “allí: TAAN” Bien, la oficina, por lo menos existe, pero…¿estará abierta?

Entramos en la oficina ABIERTA, y la pareja que venía con nosotros iba un paso por delante (que se giró en su contra). Ellos habían hecho (y pagado) la cartilla el día anterior en la otra oficina, pero les faltaba la fotocopia del pasaporte, y les tenían que poner el sello, sólo. Pues que no hubo forma. Que si la habían expedido en el otro sitio, el sello lo tenían que poner allí. El pobre chico daba explicaciones de lo ocurrido, indignado “OK, one more time” y volvía a repetir toda la historia. No hubo forma. Se supone que es un mismo organismo…

Nosotros, que no teníamos nada hecho, lo tuvimos más fácil. Entregamos los papeles, repetimos el formulario (el formulario de la otra oficina – exactamente idéntico – no valía.) Y por fin, la anhelada cartillita verde en nuestras manos…mi tesoro…

Y ahora, el billete de autobús. Llegamos a una estación y fuimos preguntando, pero nuestra taquilla estaba fuera de la estación, en un cruce de calles. ¿Habría plazas libres? Las había! No pudimos coger el autobús de las 7, así que nos dieron dos asientos para el de las 8:30. Nos quedamos mirando nuestro papelito rosa (que en realidad costaba una cuarta parte de lo que nos pretendían hacer creer) sorprendidos y satisfechos. Prueba superada. La siguiente aventura fue el mundo del autobús, y el viaje Dunche, en la siguiente entrada…

13 de septiembre de 2011

COMO DECÍAMOS AYER....

Este verano no hemos escalado nada. Nada de nada. Pero hemos recorrido tantos lugares que no ha hecho falta gatear en vertical.

Perdí las montañas por un tiempo, y las ganas de escribir. La lejanía las hacía cada vez más altas, cada vez más difusas, desenfocadas alrededor de una vida de estudio y trabajo. Y nada más. Hasta que los ojos escuecen, hasta que la cabeza no puede retener más. Pero es que la vida sigue, más allá del trabajo y de las oposiciones. La sonrisa no se encuentra en medio del Código Penal.

Todavía están las zapatillas llenas de polvo, desde el domingo me esperan para que las cuide…pero las suelas comidas me dicen que cuidar, cuidar…no las he cuidado mucho. Saben todos mis secretos, mis errores, mis resbalones, mis dudas. Son las que más cerca del suelo están, sólo ellas saben de mi mugre. Este fin de semana hemos ido juntas a muchos sitios.

El viernes, tras una parada en Huesca, nos marchamos hacia el Valle de Pineta, de nuevo, después de mucho tiempo sin transitarlo. ¿Ya no se puede acampar? Pero, pero…qué significa esto? Desde cuándo? Te pasan estas cosas y te sientes mayor, cual abuela cebolleta contando batallitas de cuando acampaba en Pineta y le venían las vacas por la mañana…aysss, qué tiempos…

Bueno, que me desvío, decía que el sábado nos pegamos un buen madrugón y salimos con los frontales hacia el Balcón de Pineta, el día es inmejorable y los cuatro que vamos no paramos de cascar…Enrique y César nos cuentan su expedición al Lenin, retazos de ésa y otras expediciones, un hilillo de información que hay que sacarles poco a poco, porque no lanzan a los cuatro vientos sus hazañas, porque no alardean de nada. Son discretos, admirables. De mayor querría ser como ellos, lo malo es que me hago mayor y sigo siendo como soy, no me desvío hacia otras personalidades, ni me parezco a quien quisiera…
En el refugio de Tucarroya tiramos para abajo y ya en Espuguettes nos separamos: Enrique y César van a hacer el domingo una arista al Astazu (V) y nosotros (Jorge y yo) nos conformaremos con pasear, que tampoco está tan mal! Y así, de paseo, llegamos a Gavarnie, y en un último y rápido esfuerzo, a Serradets! Estamos muertos, algo destemplados, pero hemos hecho un buen tiempo y nos da para relajarnos observando el Circo de Gavarnie antes de cenar. Zzzzzzzz

Noche de ronquidos y calor, lo típico de los refugios, vaya…y deseando que suene el despertador para emprender la ruta por Ordesa. Cogemos la directísima a la Brecha y en un momentín el viento nos sacude con fuerza. “Parque Nacional” y al paso de los Sarrios. Nos juntamos con los Juliens y el otro, que ya no me acuerdo como se llamaba, pobre, con los que compartiremos gran parte de la ruta. Van cantando, alegres, simpáticos y entusiastas. Recuerdo haberles visto montar la tienda en Serradets, cuando llegamos. Les animamos a subir a la Torre, y nos hacemos fotos en la cima, con un viento que vaya…hala, nos vamos rápido de aquí! Qué voy a contar de Ordesa, que no hayan contado ya, antes y mejor. Las vistas a los tres pedazo de valles hacen llorar…ah, no que es el viento…

Buf! Vaya repecho queda, pero qué romería es ésta? La subida a Monte Perdido se me hace corta, pero me deja fría, y no sólo por la rasca que hace. Ya tuve esta sensación hace años…nos vamos pitando también, hacia la punta de las Olas. Mira! Nuestros amigos suben ahora! Bon courage, au revoir!
Y así vamos haciendo hasta cansarnos muuuuucho, hasta el collado de Añisclo y la dichosa bajadita hasta llegar al coche. Oh, mis rodillas siguen aquí!!! Dos días, el broche final a un verano de mucha zapatilla y poco gato.

4 de enero de 2011

ROSSI VS HAGAN

Hola!

Como veo que se ha despertado la amiga curiosidad en alguno que otro, os presento a los Rossi, con 1,63 m de altura, y medidas 85 - 63 - 75; posando junto a los mini Hagan de 1,55m y medidas 111 - 71 - 110. Ya sé que la anorexia no es nada atractiva, y que las curvas están mucho mejor...
Ahora, cinco días por delante para aclararme a esquiar con estos palillitos...de todo hay que saber!
En unos días os cuento la vuelta los 80.

Hasta pronto!

Espero que los Reyes se os porten tan bien como a mi.

3 de enero de 2011

QUERIDOS REYES MAGOS


Queridos Reyes Magos:

Este año me he portado a veces bien y otras no tan bien, pero sólo os voy a pedir una cosita, que quizás tengáis que buscar en algún contenedor...


Llego a Skiman con cara de triunfo, y Gabi se ríe mientras me dice que ya me ha visto cruzando la calle, antes de entrar. Mañana estarán listos mis esquís nuevos!

Y es que me he pasado la mañana buscando un regalo de Reyes un poco “especial”, y viendo cómo me miran en las tiendas con cara de incrédulos. Que sí, que los quiero rectos, como los de antes. En todas partes me dicen que eso ya no lo voy a encontrar, que ni siquiera los han vendido, los han tirado! Pero Blanca, que te has trastornado, que vas para atrás como los cangrejos…

Pero es que el fin de semana ha tenido tela. El sábado empezamos el año trasnochando lo justo, y cruzando el Monrepós hacia nuestro querido Pirineo. Nos encontramos en Formigal para ir de nuevo a un Arroyeras desconocido totalmente. Vamos de paseo, y Julio nos va enseñando montones de cositas. Consejos, ayudas, comentarios…todo se absorbe con un agradecimiento mayúsculo. Pero esta temporada andamos justicos de nieve, y algo no va bien. Soy la primera en poner cuchillas, la que tiene mayores dificultades en la incómodas palas heladas. Vemos que el radio de giro de mis esquís es bastante exagerado, de trece metros, y eso no ayuda nada. Ayuda mucho en otro tipo de condiciones, y sobre todo en las bajadas. Pero dado que mi estilo, por llamarlo de alguna forma, ya es bastante pintoresco, no creo que importe mucho esquiar peor.
Estamos de nuevo en la cima del Arroyeras, subiendo por un sitio distinto al habirual, que parece otro pico! Pero cómo puede ser esto, si no se parece en nada desde aquí…cuántas cosas por conocer! Y así de entretenidos redescubriendo zonas transitadas, se nos va pasando el día, entre quitar y poner focas, entre escuchar y retener conceptos, y también entre risas y algún bocado. Y volvemos al coche con esa luz que nos gusta, la que va desapareciendo, signo inequívoco del día bien aprovechado.
Los amigos nos acogen –otra vez- en su casa, con los bazos abiertos del amigo desinteresado, con la calidez de la confianza, con las conversaciones de dentro hacia dentro. Sobre todo hablamos del día que nos espera, el segundo del año, con más afluencia y un estado de la nieve bastante peligroso. Tenemos mucha curiosidad por ver cómo transcurre todo…
Y llega la fría mañana de domingo, patio de hielo frente a la Casa de Piedra, y la gente va llegando (o vamos llegando, porque alguno ha hecho noche “a pie de vía”. Por primera vez dejo en el coche al ARVA, la pala y la sonda, pero tal y como están las cosas no tiene ningún sentido llevarlos. Y empezamos, los diecinueve que vamos, a tirar para arriba. En la primera pala helada me doy cuenta de mi inseguridad. Se me apodera, me hace pequeñita, lenta, frágil. Las cuchillas muerden la nieve, pero las espátulas van por donde quieren. Algo que debía ser una subida “técnica” se convierte, para mí, en un suplicio, y por primera vez, desde que probé este deporte, deseo volverme. Pareciera que oigo a Champi en mi nuca: Endurance. Mi estado de ánimo decaído, no resbala por el hielo gracias a la paciencia de Jorge, y termina del todo en cuanto calzo crampones. Hala, se acabó el calvario. Los crampones y el piolet me reconcilian con esta montaña exigente, y sin conseguir llegar al collado siquiera, nos volvemos tan contentos por una nieve que se deja esquiar más de lo que parecía. La buena compañía nos hizo disfrutar de las malas condiciones
Y llegamos, con sol, por fin al Balneario, demasiado pronto, con demasiada luz por delante, y con pocas opciones arriba. Llegamos contentos, que no eufóricos.

Volveremos a lo clásico y dejaremos el carving para tiempos mejores...