4 de enero de 2011

ROSSI VS HAGAN

Hola!

Como veo que se ha despertado la amiga curiosidad en alguno que otro, os presento a los Rossi, con 1,63 m de altura, y medidas 85 - 63 - 75; posando junto a los mini Hagan de 1,55m y medidas 111 - 71 - 110. Ya sé que la anorexia no es nada atractiva, y que las curvas están mucho mejor...
Ahora, cinco días por delante para aclararme a esquiar con estos palillitos...de todo hay que saber!
En unos días os cuento la vuelta los 80.

Hasta pronto!

Espero que los Reyes se os porten tan bien como a mi.

3 de enero de 2011

QUERIDOS REYES MAGOS


Queridos Reyes Magos:

Este año me he portado a veces bien y otras no tan bien, pero sólo os voy a pedir una cosita, que quizás tengáis que buscar en algún contenedor...


Llego a Skiman con cara de triunfo, y Gabi se ríe mientras me dice que ya me ha visto cruzando la calle, antes de entrar. Mañana estarán listos mis esquís nuevos!

Y es que me he pasado la mañana buscando un regalo de Reyes un poco “especial”, y viendo cómo me miran en las tiendas con cara de incrédulos. Que sí, que los quiero rectos, como los de antes. En todas partes me dicen que eso ya no lo voy a encontrar, que ni siquiera los han vendido, los han tirado! Pero Blanca, que te has trastornado, que vas para atrás como los cangrejos…

Pero es que el fin de semana ha tenido tela. El sábado empezamos el año trasnochando lo justo, y cruzando el Monrepós hacia nuestro querido Pirineo. Nos encontramos en Formigal para ir de nuevo a un Arroyeras desconocido totalmente. Vamos de paseo, y Julio nos va enseñando montones de cositas. Consejos, ayudas, comentarios…todo se absorbe con un agradecimiento mayúsculo. Pero esta temporada andamos justicos de nieve, y algo no va bien. Soy la primera en poner cuchillas, la que tiene mayores dificultades en la incómodas palas heladas. Vemos que el radio de giro de mis esquís es bastante exagerado, de trece metros, y eso no ayuda nada. Ayuda mucho en otro tipo de condiciones, y sobre todo en las bajadas. Pero dado que mi estilo, por llamarlo de alguna forma, ya es bastante pintoresco, no creo que importe mucho esquiar peor.
Estamos de nuevo en la cima del Arroyeras, subiendo por un sitio distinto al habirual, que parece otro pico! Pero cómo puede ser esto, si no se parece en nada desde aquí…cuántas cosas por conocer! Y así de entretenidos redescubriendo zonas transitadas, se nos va pasando el día, entre quitar y poner focas, entre escuchar y retener conceptos, y también entre risas y algún bocado. Y volvemos al coche con esa luz que nos gusta, la que va desapareciendo, signo inequívoco del día bien aprovechado.
Los amigos nos acogen –otra vez- en su casa, con los bazos abiertos del amigo desinteresado, con la calidez de la confianza, con las conversaciones de dentro hacia dentro. Sobre todo hablamos del día que nos espera, el segundo del año, con más afluencia y un estado de la nieve bastante peligroso. Tenemos mucha curiosidad por ver cómo transcurre todo…
Y llega la fría mañana de domingo, patio de hielo frente a la Casa de Piedra, y la gente va llegando (o vamos llegando, porque alguno ha hecho noche “a pie de vía”. Por primera vez dejo en el coche al ARVA, la pala y la sonda, pero tal y como están las cosas no tiene ningún sentido llevarlos. Y empezamos, los diecinueve que vamos, a tirar para arriba. En la primera pala helada me doy cuenta de mi inseguridad. Se me apodera, me hace pequeñita, lenta, frágil. Las cuchillas muerden la nieve, pero las espátulas van por donde quieren. Algo que debía ser una subida “técnica” se convierte, para mí, en un suplicio, y por primera vez, desde que probé este deporte, deseo volverme. Pareciera que oigo a Champi en mi nuca: Endurance. Mi estado de ánimo decaído, no resbala por el hielo gracias a la paciencia de Jorge, y termina del todo en cuanto calzo crampones. Hala, se acabó el calvario. Los crampones y el piolet me reconcilian con esta montaña exigente, y sin conseguir llegar al collado siquiera, nos volvemos tan contentos por una nieve que se deja esquiar más de lo que parecía. La buena compañía nos hizo disfrutar de las malas condiciones
Y llegamos, con sol, por fin al Balneario, demasiado pronto, con demasiada luz por delante, y con pocas opciones arriba. Llegamos contentos, que no eufóricos.

Volveremos a lo clásico y dejaremos el carving para tiempos mejores...