Estamos de preparación para los Alpes, y este fin de semana, con una ruta de dos días, y bastante desnivel, sólo nos quedaba una cosa que probar: el peso.
El viernes, en casa, anduve cargando la mochila con cosas que llevaré a Alpes, sólo lo imprescindible…pero cómo pesa esto! Si es que no me puedo ni mover, pero es que la mochila, vacía, ya pesa. Los crampones, que pesan y ocupan un montón, pieles de repuesto, el plumas, el pantalón de gore tex (vaya lastre es esto…), el chubasquero, la pala, la sonda, el piolet, la sábana saco…buf! Es que nada de mi equipo es “ligero” como se lleva a hora, todo pesa, todo es consistente…pero es que no me puedo dejar nada de lo que llevo! El litro y medio de agua imprescindible, la crema del sol no me la puedo dejar, guantes de repuesto, gafas de ventisca, CASCO,…en fin, no hay nada que dejar. Pero pesa, y mucho.
Con este mochilón salimos del Balneario de Panticosa el sábado (tras degustar el bizcocho de chocolate, de cumpleaños de Edesio: Felicidades!), hacia el collado de Pondiellos. Yo que me sentía ágil y fuerte en estas últimas salidas y ahora me siento torpe, cansada, lastrada y acalorada…sudo. Yo sudando! Madre mía…esto es un horror! Con lo bien que se va con la mochila de día! Bajamos a los ibones de Pondiellos, y de allí subimos hacia el collado de Tebarray. No sabíamos quién se iba a decidir por ir directamente al collado, o hacer el pico. Al final, poco a poco fuimos todos al pico de Tebarray, algunos muy lentos, otros como si no llevaran peso (tendremos que lastraros en los Alpes…) En el pico se está de lujo, las vistas son increíbles, y ya nos sentimos cerca del refugio de Respomuso. Todos estamos cansados por esa mochila que nos roba la energía y el calor que fomenta también el cansancio. Yo me planteo cómo voy a andar por los Alpes con semejante carga durante cinco días…me hago diminuta en mis pensamientos, me siento frágil y torpe, pero de repente me pongo las pilas frente a la pala del collado de Tebarray. Mientras baja Jorge una pequeña colada le alcanza, y desaparecen su cámara y un bastón. Con la llegada de Álex lo recuperan todo, y vamos bajando uno a uno. Al final, con el buen estado de la nieve, resulta fácil bajar por allí, más de lo esperado. Y seguimos bajando, y sigue haciendo cada vez más calor…Estamos enfrente del refugio de Respomuso, pero nos toca poner focas y subir por una nieve pastosa, cansados y deseando llegar. Tras la primera cerveza ya nadie se acuerda del cansancio, ni del peso, ni del calor. Ursi nos cuenta sus historietas, y nos confirma que, pese a lo que puedan decir las previsiones del tiempo, el domingo allí va a hacer bueno. Hemos llamado a Fer y nos ha dicho que empeoraba el tiempo ya el sábado al mediodía, que no habría rehielo esa noche (lo peor que nos podía pasar…) y que el domingo sería mediocre. Yo prefiero no pensar en el día siguiente, y disfruto del sol de la tarde en el porche del refugio. Un ratín antes de la cena vemos a dos esquiadores llegar desde la Sarra: Champi y Marie Claude!!!!! Llegáis justo para la cena!
La cena y la noche en la habitación son un cachondeo auténtico, y Champi nos ofrece sus ideas para reducir peso en los Alpes, y nos da buenos consejos. Nos dormimos con la sonrisa puesta y nos levantamos con legañas y ganas de dormir más, pero pronto nos activamos. Hace bueno, buenísimo, ha habido rehielo, la nieve está dura como una piedra…esto se anima! La Alta Ruta prospera! Venga, pues, a por las Frondiellas…en el primer repecho a Edesio se le sale un esquí y ni la foca, ni el freno, ni la cuchilla consiguen pararlo antes de que llegue al fondo del barranco. Empieza a bajar y Jorge, que iba sin cuchillas, de lanza a buscarlo. El resto vamos avanzando porque hace un poco de frío. Javier Fuentes nos hace una huella perfecta, cómoda…qué bien. La cima de las Frondiellas es un regalo. Vemos vascos en el Balaitous, pues ya han madrugado! Porque nosotros hemos salido del refugio a las 7, y ellos ya habían llegado para cuando nosotros salíamos al collado. Dónde habrán dormido? Por dónde habrán subido?
La bajada se hace cómoda, y vemos como se acercan las nubes desde el Sur. Las vistas hacia la Gran Diagonal son espectaculares. Toda la travesía hasta la furgo de Champi, en Caillou de Soques, se hace agradable, y yo me noto más descansada cada momento, en vez de cansarme más, estoy mejor (qué me está pasando? Será la emoción?). Empieza a nevar y nos da igual a todos, seguimos sonriendo, y llegando al último collado ya todos vamos charrando, Edesio se pica y acelera, y yo tiro detrás: apuremos las fueras que nos quedan, que el coche está a tiro de piedra. Apuramos las fuerzas, el agua y la comida que nos queda. Una vez en el coche se nos ve a todos satisfechos. Como diría Donato: la rata ya está en la lata!
Esta ruta que esperábamos tener que abandonar a mitad, que yo ni esperaba empezar, ya ha sido. Nos deja un sabor de boca mucho mejor que el de la quiche que estaba en mi coche desde el viernes. Y lo que más adentro queda, son esos ratos de refugio, de contar y escuchar, de aprender, de reír; esos ratos…
Muchas gracias a todos; por todos y cada uno de los detalles que tenéis, que aligeran el peso de la mochila, y tiran de las comisuras hacia las orejas.
Que descanséis!
El viernes, en casa, anduve cargando la mochila con cosas que llevaré a Alpes, sólo lo imprescindible…pero cómo pesa esto! Si es que no me puedo ni mover, pero es que la mochila, vacía, ya pesa. Los crampones, que pesan y ocupan un montón, pieles de repuesto, el plumas, el pantalón de gore tex (vaya lastre es esto…), el chubasquero, la pala, la sonda, el piolet, la sábana saco…buf! Es que nada de mi equipo es “ligero” como se lleva a hora, todo pesa, todo es consistente…pero es que no me puedo dejar nada de lo que llevo! El litro y medio de agua imprescindible, la crema del sol no me la puedo dejar, guantes de repuesto, gafas de ventisca, CASCO,…en fin, no hay nada que dejar. Pero pesa, y mucho.
Con este mochilón salimos del Balneario de Panticosa el sábado (tras degustar el bizcocho de chocolate, de cumpleaños de Edesio: Felicidades!), hacia el collado de Pondiellos. Yo que me sentía ágil y fuerte en estas últimas salidas y ahora me siento torpe, cansada, lastrada y acalorada…sudo. Yo sudando! Madre mía…esto es un horror! Con lo bien que se va con la mochila de día! Bajamos a los ibones de Pondiellos, y de allí subimos hacia el collado de Tebarray. No sabíamos quién se iba a decidir por ir directamente al collado, o hacer el pico. Al final, poco a poco fuimos todos al pico de Tebarray, algunos muy lentos, otros como si no llevaran peso (tendremos que lastraros en los Alpes…) En el pico se está de lujo, las vistas son increíbles, y ya nos sentimos cerca del refugio de Respomuso. Todos estamos cansados por esa mochila que nos roba la energía y el calor que fomenta también el cansancio. Yo me planteo cómo voy a andar por los Alpes con semejante carga durante cinco días…me hago diminuta en mis pensamientos, me siento frágil y torpe, pero de repente me pongo las pilas frente a la pala del collado de Tebarray. Mientras baja Jorge una pequeña colada le alcanza, y desaparecen su cámara y un bastón. Con la llegada de Álex lo recuperan todo, y vamos bajando uno a uno. Al final, con el buen estado de la nieve, resulta fácil bajar por allí, más de lo esperado. Y seguimos bajando, y sigue haciendo cada vez más calor…Estamos enfrente del refugio de Respomuso, pero nos toca poner focas y subir por una nieve pastosa, cansados y deseando llegar. Tras la primera cerveza ya nadie se acuerda del cansancio, ni del peso, ni del calor. Ursi nos cuenta sus historietas, y nos confirma que, pese a lo que puedan decir las previsiones del tiempo, el domingo allí va a hacer bueno. Hemos llamado a Fer y nos ha dicho que empeoraba el tiempo ya el sábado al mediodía, que no habría rehielo esa noche (lo peor que nos podía pasar…) y que el domingo sería mediocre. Yo prefiero no pensar en el día siguiente, y disfruto del sol de la tarde en el porche del refugio. Un ratín antes de la cena vemos a dos esquiadores llegar desde la Sarra: Champi y Marie Claude!!!!! Llegáis justo para la cena!
La cena y la noche en la habitación son un cachondeo auténtico, y Champi nos ofrece sus ideas para reducir peso en los Alpes, y nos da buenos consejos. Nos dormimos con la sonrisa puesta y nos levantamos con legañas y ganas de dormir más, pero pronto nos activamos. Hace bueno, buenísimo, ha habido rehielo, la nieve está dura como una piedra…esto se anima! La Alta Ruta prospera! Venga, pues, a por las Frondiellas…en el primer repecho a Edesio se le sale un esquí y ni la foca, ni el freno, ni la cuchilla consiguen pararlo antes de que llegue al fondo del barranco. Empieza a bajar y Jorge, que iba sin cuchillas, de lanza a buscarlo. El resto vamos avanzando porque hace un poco de frío. Javier Fuentes nos hace una huella perfecta, cómoda…qué bien. La cima de las Frondiellas es un regalo. Vemos vascos en el Balaitous, pues ya han madrugado! Porque nosotros hemos salido del refugio a las 7, y ellos ya habían llegado para cuando nosotros salíamos al collado. Dónde habrán dormido? Por dónde habrán subido?
La bajada se hace cómoda, y vemos como se acercan las nubes desde el Sur. Las vistas hacia la Gran Diagonal son espectaculares. Toda la travesía hasta la furgo de Champi, en Caillou de Soques, se hace agradable, y yo me noto más descansada cada momento, en vez de cansarme más, estoy mejor (qué me está pasando? Será la emoción?). Empieza a nevar y nos da igual a todos, seguimos sonriendo, y llegando al último collado ya todos vamos charrando, Edesio se pica y acelera, y yo tiro detrás: apuremos las fueras que nos quedan, que el coche está a tiro de piedra. Apuramos las fuerzas, el agua y la comida que nos queda. Una vez en el coche se nos ve a todos satisfechos. Como diría Donato: la rata ya está en la lata!
Esta ruta que esperábamos tener que abandonar a mitad, que yo ni esperaba empezar, ya ha sido. Nos deja un sabor de boca mucho mejor que el de la quiche que estaba en mi coche desde el viernes. Y lo que más adentro queda, son esos ratos de refugio, de contar y escuchar, de aprender, de reír; esos ratos…
Muchas gracias a todos; por todos y cada uno de los detalles que tenéis, que aligeran el peso de la mochila, y tiran de las comisuras hacia las orejas.
Que descanséis!
Qué bien que vinieras Blanquita, ha sido un fin de semana bellísimo (que ya empezó el viernes). Nos vendrá bien para hacer una buena y ligera mochila para los Alpes. Decir que tu bizcocho de chocolate y tu quiche nos encantaron a todos, así como tu compañía.
ResponderEliminarEsta vez nos arriesgamos con el tiempo y salió bien. Qué bien hicimos los 10 en acudir a esta largamente esperada cita. Ya no queda casi nada. En breve... los Aples nos esperan. Nos respetarán allí también el tiempo?
Muax!
Jorge
Que ilusion leer las palabras de amantes de del mundo blanco...y con las mismas "preocupaciones" de peso en la mochila,jeje
ResponderEliminarYo tambien marcho a Alpes a hacer la chamonix-Zermatt,ahora en Mayo... concidiremos??, podria ser divertido...
Mil besos desde el Pirineo aun blanquito...
Dabid
www.ojospirenaicos.blogspot.com
Hola Dabid,
ResponderEliminarPues ya ves que todos andamos con los mismos quebraderos de espalda, en este caso.
Igual nos cruzamos por los Alpes...nos reconocerás?
Besicos!
Hace un tiempo leí este libro de cómo aligerar peso en la mochila:
ResponderEliminarhttp://www.libreriadesnivel.com/fichalibro.php?id=10313
No había ningún truco milagroso, pero está bien. Me hizo gracia que recomendaba cortar las etiquetas de la ropa. Aunque no creo que se gane mucho con eso.
Eso si, cuando sacas el libro de la mochila vas mucho más ligero, jeje.
Pues sería divertido... no dudo que sin nos cruzamos en algún refugio nos demos cuenta de quienes son los aragoneses,no??, además vuestros rostros son familiares ya.
ResponderEliminarLo raro no coincidir por estas montañas, aunque casi nos hemos pisado en varias excursiones.
Nosotros nos vamos para el 8 de mayo, a hacer una variante de la Chamonix-Zermatt, y vosotros?