Este verano no hemos escalado nada. Nada de nada. Pero hemos recorrido tantos lugares que no ha hecho falta gatear en vertical.
Perdí las montañas por un tiempo, y las ganas de escribir. La lejanía las hacía cada vez más altas, cada vez más difusas, desenfocadas alrededor de una vida de estudio y trabajo. Y nada más. Hasta que los ojos escuecen, hasta que la cabeza no puede retener más. Pero es que la vida sigue, más allá del trabajo y de las oposiciones. La sonrisa no se encuentra en medio del Código Penal.
Todavía están las zapatillas llenas de polvo, desde el domingo me esperan para que las cuide…pero las suelas comidas me dicen que cuidar, cuidar…no las he cuidado mucho. Saben todos mis secretos, mis errores, mis resbalones, mis dudas. Son las que más cerca del suelo están, sólo ellas saben de mi mugre. Este fin de semana hemos ido juntas a muchos sitios.
El viernes, tras una parada en Huesca, nos marchamos hacia el Valle de Pineta, de nuevo, después de mucho tiempo sin transitarlo. ¿Ya no se puede acampar? Pero, pero…qué significa esto? Desde cuándo? Te pasan estas cosas y te sientes mayor, cual abuela cebolleta contando batallitas de cuando acampaba en Pineta y le venían las vacas por la mañana…aysss, qué tiempos…
Bueno, que me desvío, decía que el sábado nos pegamos un buen madrugón y salimos con los frontales hacia el Balcón de Pineta, el día es inmejorable y los cuatro que vamos no paramos de cascar…Enrique y César nos cuentan su expedición al Lenin, retazos de ésa y otras expediciones, un hilillo de información que hay que sacarles poco a poco, porque no lanzan a los cuatro vientos sus hazañas, porque no alardean de nada. Son discretos, admirables. De mayor querría ser como ellos, lo malo es que me hago mayor y sigo siendo como soy, no me desvío hacia otras personalidades, ni me parezco a quien quisiera…
En el refugio de Tucarroya tiramos para abajo y ya en Espuguettes nos separamos: Enrique y César van a hacer el domingo una arista al Astazu (V) y nosotros (Jorge y yo) nos conformaremos con pasear, que tampoco está tan mal! Y así, de paseo, llegamos a Gavarnie, y en un último y rápido esfuerzo, a Serradets! Estamos muertos, algo destemplados, pero hemos hecho un buen tiempo y nos da para relajarnos observando el Circo de Gavarnie antes de cenar. Zzzzzzzz
Noche de ronquidos y calor, lo típico de los refugios, vaya…y deseando que suene el despertador para emprender la ruta por Ordesa. Cogemos la directísima a la Brecha y en un momentín el viento nos sacude con fuerza. “Parque Nacional” y al paso de los Sarrios. Nos juntamos con los Juliens y el otro, que ya no me acuerdo como se llamaba, pobre, con los que compartiremos gran parte de la ruta. Van cantando, alegres, simpáticos y entusiastas. Recuerdo haberles visto montar la tienda en Serradets, cuando llegamos. Les animamos a subir a la Torre, y nos hacemos fotos en la cima, con un viento que vaya…hala, nos vamos rápido de aquí! Qué voy a contar de Ordesa, que no hayan contado ya, antes y mejor. Las vistas a los tres pedazo de valles hacen llorar…ah, no que es el viento…
Buf! Vaya repecho queda, pero qué romería es ésta? La subida a Monte Perdido se me hace corta, pero me deja fría, y no sólo por la rasca que hace. Ya tuve esta sensación hace años…nos vamos pitando también, hacia la punta de las Olas. Mira! Nuestros amigos suben ahora! Bon courage, au revoir!
Y así vamos haciendo hasta cansarnos muuuuucho, hasta el collado de Añisclo y la dichosa bajadita hasta llegar al coche. Oh, mis rodillas siguen aquí!!! Dos días, el broche final a un verano de mucha zapatilla y poco gato.
Perdí las montañas por un tiempo, y las ganas de escribir. La lejanía las hacía cada vez más altas, cada vez más difusas, desenfocadas alrededor de una vida de estudio y trabajo. Y nada más. Hasta que los ojos escuecen, hasta que la cabeza no puede retener más. Pero es que la vida sigue, más allá del trabajo y de las oposiciones. La sonrisa no se encuentra en medio del Código Penal.
Todavía están las zapatillas llenas de polvo, desde el domingo me esperan para que las cuide…pero las suelas comidas me dicen que cuidar, cuidar…no las he cuidado mucho. Saben todos mis secretos, mis errores, mis resbalones, mis dudas. Son las que más cerca del suelo están, sólo ellas saben de mi mugre. Este fin de semana hemos ido juntas a muchos sitios.
El viernes, tras una parada en Huesca, nos marchamos hacia el Valle de Pineta, de nuevo, después de mucho tiempo sin transitarlo. ¿Ya no se puede acampar? Pero, pero…qué significa esto? Desde cuándo? Te pasan estas cosas y te sientes mayor, cual abuela cebolleta contando batallitas de cuando acampaba en Pineta y le venían las vacas por la mañana…aysss, qué tiempos…
Bueno, que me desvío, decía que el sábado nos pegamos un buen madrugón y salimos con los frontales hacia el Balcón de Pineta, el día es inmejorable y los cuatro que vamos no paramos de cascar…Enrique y César nos cuentan su expedición al Lenin, retazos de ésa y otras expediciones, un hilillo de información que hay que sacarles poco a poco, porque no lanzan a los cuatro vientos sus hazañas, porque no alardean de nada. Son discretos, admirables. De mayor querría ser como ellos, lo malo es que me hago mayor y sigo siendo como soy, no me desvío hacia otras personalidades, ni me parezco a quien quisiera…
En el refugio de Tucarroya tiramos para abajo y ya en Espuguettes nos separamos: Enrique y César van a hacer el domingo una arista al Astazu (V) y nosotros (Jorge y yo) nos conformaremos con pasear, que tampoco está tan mal! Y así, de paseo, llegamos a Gavarnie, y en un último y rápido esfuerzo, a Serradets! Estamos muertos, algo destemplados, pero hemos hecho un buen tiempo y nos da para relajarnos observando el Circo de Gavarnie antes de cenar. Zzzzzzzz
Noche de ronquidos y calor, lo típico de los refugios, vaya…y deseando que suene el despertador para emprender la ruta por Ordesa. Cogemos la directísima a la Brecha y en un momentín el viento nos sacude con fuerza. “Parque Nacional” y al paso de los Sarrios. Nos juntamos con los Juliens y el otro, que ya no me acuerdo como se llamaba, pobre, con los que compartiremos gran parte de la ruta. Van cantando, alegres, simpáticos y entusiastas. Recuerdo haberles visto montar la tienda en Serradets, cuando llegamos. Les animamos a subir a la Torre, y nos hacemos fotos en la cima, con un viento que vaya…hala, nos vamos rápido de aquí! Qué voy a contar de Ordesa, que no hayan contado ya, antes y mejor. Las vistas a los tres pedazo de valles hacen llorar…ah, no que es el viento…
Buf! Vaya repecho queda, pero qué romería es ésta? La subida a Monte Perdido se me hace corta, pero me deja fría, y no sólo por la rasca que hace. Ya tuve esta sensación hace años…nos vamos pitando también, hacia la punta de las Olas. Mira! Nuestros amigos suben ahora! Bon courage, au revoir!
Y así vamos haciendo hasta cansarnos muuuuucho, hasta el collado de Añisclo y la dichosa bajadita hasta llegar al coche. Oh, mis rodillas siguen aquí!!! Dos días, el broche final a un verano de mucha zapatilla y poco gato.
Te echábamos de menos. Me alegro que vuelvas a escribir estos estupendos relatos.
ResponderEliminar!Bienvenida¡ si es que se le puede dar la bienvenida a alguien a su propia casa. Un gusto tenerte por aqui de nuevo. Gracias
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