18 de marzo de 2010

LA MONTAÑA, QUE TODO LO CURA...

Tras una semana de la que quisiera olvidarme, pero por desgracia repercute en todo lo que viene después, sentía que no tenía fuerzas para el monte, que no lo iba a conseguir. Pero, como he dicho otras veces, cuando la montaña llama…
A primera hora lo veía todo muy turbio, muy difícil, muy duro, muy laaaargo…pero qué lejos queda Tendeñera! Me siento incapaz, creo que no voy a poder llegar ni al final de la pista, y este viento que tanto molesta, es horrible! Creo que hoy va a ser el primer día que me retire de una salida de esquí, si es que es imposible que llegue ni al collado…buf! Uy, mira, un acebo! Qué brillante, qué bonito…y un tejo al lado, espectacular, boj por todas partes…esto es un bosque de verdad y el sol ya huele a primavera, ya se acerca la luz…cuánta belleza junta, tan discreta, tan silenciosa, tan ajena a mi admiración.
Pasamos la pista y al llegar al valle, con el Otal de frente, Donato y yo que vamos silenciosos en la retaguardia, decidimos comer un poco, que queda mucha tela por delante. Ni siquiera se ve nuestro pico, ni nuestros compañeros…
Seguimos, algo más abrigados también, porque este viento…de verdad, qué incómodo. Aunque poco a poco el viento se lleva los pensamientos oscuros, el “no puedo con mi alma”, la tristeza, el viento se lo lleva todo, se me lleva a mí también. La montaña se hace conmigo, dejo de ser, dejo de sufrir, sólo me concentro en mis esquís, en mi respiración, en el paisaje, en el collado, que ya aparece, que ya se acerca. Salgo de mi letargo emocional y empiezo a disfrutar del día, tras haber salvado ya mucho desnivel, y quedarnos sólo un poco más.
Nos quedamos en la antecima, como casi todos, menos Belén, una mujer donostiarra por la que debiéramos haber brindado en la comida. Una mujer que quizás se ha jugado la vida en la cresta, o quizás le ha echado más valor que nadie. Cada uno interprete como quiera…Nosotros hemos visto la cresta, y hemos sentido la fuerza de las rachas de viento: no ha habido discusión. Foto y para abajo.
La bajada una gozada primaveral, apenas sin parar, por palas y tubos facilones, agradable hasta el coche. Yo consigo dejar un poco menos encima mi semana, ya estoy un poco más cerca de la sonrisa. Ya las comisuras se alejan entre sí, ya mis dientes salen...
La montaña, que todo lo cura…
Sé que el lunes volverá a caer encima como un castillo de naipes de plomo, como una granizada en un páramo. Sé que habrá muchos lunes, pero mientras haya ilusión...

4 comentarios:

  1. Que haya muchos sábados y domingos de montaña que te vayan curando, para que llegues el domingo con tanta sonrisa que ni los lunes te la quiten...
    Y si te puedo ayudar, ahí estaré.
    Muax!
    Jorge

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  2. Tu sonrisa alegra la vida a todo aquel que te mira. No la dejes de mostrar, piensa que nos estarás haciendo felices.

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  3. ánimo titana... tu sonrisa es preciosa... no la pierdas nunca...

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