8 de marzo de 2010

TE DAS CUENTA, DANIEL?

La jornada de ayer tiene un nombre propio al que agradecerle la llegada de toda la tropa, sana y salva, a los coches. Fernando para todos, Ferni para algunos, Fer para muchos, Ferdofu para él, Nando para Ella, Papá para Daniel, lo que queráis, pero con mayúsculas, eso seguro. Desde luego, para los siete compañeros que compartimos con él el día de ayer, es lo más parecido a un ángel de la guarda. Con todo su buen humor, su paciencia, su saber estar y su saber hacer, sus pasos concisos, exactos, que nos conducían al coche, a la vuelta a casa…La verdad que a él le agradecemos no dormir en la nieve, y no perder los nervios ni la confianza en nosotros mismos. Pero también hay mucho que agradecer a los demás. A los ánimos de Jorge en todo momento, a Javi arreglando todo tipo de fijaciones heladas, a Edesio encantado de la vida incluso entre una tormenta a siete bajo cero en un collado del Pirineo francés…cuánto por aprender de vosotros, chicos…cuantísimo. Tanto, que me da hasta vergüenza…
Y qué es lo que pasó? Pues por una vez voy a contaros qué pasó, en vez de sumirme en mi mundo naïf de arbolitos de colores.

Nos levantamos en el refugio de Gabás de lo más animados, emocionados por nuestra excursión larga y llena de fotos por hacer y sol por disfrutar…El primer teleférico salía de Gourettes a las 9 hacia la base de la canal hacia el collado del Pene Blanc. Un teleférico, dos telesillas y muchas calorías robadas por el frío, más tarde, llegamos a la canal. Campones y para arriba. Uy, qué día maravilloso, qué sol, y qué bajada! Venga! Bajamos encantados, ignorando lo útil del track que se grababa en el GPS de Ferni. Me voy a poner más crema que hace un sol…Llaneamos y continuamos tranquilos hacia el siguiente collado, el de Estibère. Allí empieza Ferdofu a hacer de las suyas, y repara un bastón en un santiamén, con un pedazo de bastón cortado (primera lección). Seguimos nuestras andanzas bajo el sol de marzo, que ya pega…Xino xano llegamos al pco de Tourettes, bueno, al collado, que pico no hicimos ni uno, ni falta que nos hizo. Y de repente: qué frío!!!! Y esas nubes? Uy, pero si abajo no se ve nada…Dónde están Fenrando Lahoz y Pilar?Que no suban, que nos viene el marrón, mira cómo se está poniendo todo…
Baja Fer como un rayo, para avisar, y seguro que ya bajando está trazando un buen plan…(segunda lección)
En el collado Jorge me ayuda a quitar focas, y a ponerme la fijación, con una paciencia que no sé de dónde saca, nos abrigamos todos y bajamos, con precaución pues la pala está como una piedra…mi termómetro mochilero marca -5ºC.
Se acaba el sol y la visibilidad, y ya vamos siguiendo a un guía forzoso, que se irá creciendo en la dificultad, hasta hacerse enorme, un Tombatossals (personaje de la mitología catellonense) de acero y sonrisa perpetua, de vista y mente extraordinarias.
Decidimos comer algo antes de la subida al Col de Estibère de nuevo, retrocediendo sobre nuestros pasos marcados en el GPS (tercera lección). Y poco a poco, con Javi de manitas reparándonos fijaciones, sonriendo a diestro y siniestro, nos encontramos a 77 m del collado del Pene Blanc (no, Jorge?) poniéndonos los crampones, pues esta pala era una gozada de bajar, pero no esperábamos tener que subirla…
La llegada al collado sabe a triunfo, y todos, aunque no lo decimos, no sentimos mucho mejor. A partir de este momento nos volvemos ciegos, siguiendo a nuestro guía, no sólo espiritual…La bajada a las pistas con crampones se hace sencilla y relajante incluso, y ver un palo fosforescente nos hace gritar de alegría. Ferni nos organiza: él va delante y el resto debemos seguir un orden, sin perder de vista al de delante, que será el mismo durante toda la bajada: Fer, Edesio, Héctor, Blanca, Fernando, Pilar, Jorge y Javito (cuarta lección). Un gusano lleno de compañerismo y emoción, esquí místico entre la niebla, y Fer por delante, enorme, con sus infrarrojos y sin perder su magnífico estilo…este tío no es de verdad, no?
Te das cuenta Daniel, de los padres que tienes? Porque tu mamá estaba sufriendo lo suyo en casa, contigo dentro, esperándote, pero si hubiera compartido todo esto con nosotros, como si la viera, tan campante, como si estuviera en su casa, tan tranquila y animada como siempre…
Legamos al coche sin saber si soñábamos o no. Alucinando todavía de lo bien que nos había salido la jugada, mirando a Fer con admiración absoluta, buscando palabras que puedan llegar a agradecer su hazaña.
No puedo terminar el relato sin agradecer, de nuevo, reiterando las veces que haga falta, la lección tan grande que tuve ayer. Tanto enseñáis con vuestros gestos que me siento hombrecillo caminante entre sequoyas…
El viaje de vuelta tuvo lo suyo también, pero a mi el coche me parecía ya una cúpula protectora. A pesar de todo he de decir que me lo pasé bien, muy bien, y que no tuve sensación de peligro real en todo el día. Me dejaba llevar, me dejaba hacer, y absorbía todo lo posible, sabiendo lo mucho que nos aportaba la experiencia, y lo poco útil del desánimo.
Gracias chicos, mil gracias Fer.
Volveremos, y mejor lo pasaremos!

6 comentarios:

  1. Genial, que buena narradora. Lástima no haber estado con vosotros, para otra ocasion.

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  2. Me sigue encantando leerte blanquita...
    No dejes de hacerlo. Tienes un don.
    Jorge

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  3. Los mensajes que me envías llegan a mis ojos con, casi, tanto contenido como tus crónicas, pero les falta el detalle que ahora sé. Creo que lo habéis pasado mal pero se ha fortalecido el duende de la confianza en los demás

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  4. A veces se dice que los montañeros son de una raza especial. Es en momentos como los narrados en los que se demuestra. Sigo vuestras andanzas y me siento un mal aprendiz a pesar de mi edad. Respeto y admiración por la montaña.

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  5. He empezado a llorar casi al final del primer párrafo. Qué experiencia más enriquecedora (a pesar de lo dura) y qué bonito saber sacar lecciones y agradecimientos de situaciones así.
    Me encanta el blog.

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