Espero a Jesús y Santiago en el bar del pueblo. Cortado y periódico. Afuera todos los charcos están helados, y la gente pasa encogida al cruzar el Manubles.
Una tele enorme parlotea sobre asesinatos en Olot, pero la gente está a lo suyo, en la partida de guiñote, en el carajillo y el cigarro.
Llegan los guardas algo apurados por el retraso, pero les recibo sonriente porque la espera ha sido, como poco, agradable. Son extraños estos vínculos laborales que se establecen de vez en cuando. Me ilusiona compartir la jornada con estas dos personas entrañables, me siento una privilegiada. Me llevan, me enseñan sus montes y responden pacientes mis montones de dudas. Me preguntan tímidos por mi presente laboral, pues ya saben que futuro no tengo. “De momento, si estás aquí es buena señal” me dicen. Empiezan a aparecer las encinas, alguna sabina tímida, y comentamos lo bonito que es este valle perdido y desconocido. Me evado un rato pensando en el fin de semana pasado, en el otro monte, el del ocio, tan distinto del laboral. Pienso en esas rutas de ensueño que hemos hecho por el Pirineo, dejo a un lado los rendimientos, las hectáreas, los estéreos de madera, la maquinaria…Me siento cómoda en ambos planos, aunque no es el mismo monte.
Me acuerdo del agotamiento del sábado, recorriendo el circo de Aneou, cuando todavía nos esperaba el Peyreget, cuando creíamos que ya habíamos tenido suficiente, que yo hasta le dije a Jorge, sentenciando: “A mi, esta última subida me sobra…” Pero cómo que me sobra, no me sobra nada! En el último repecho nos vino a todos una euforia repentina, se fue el cansancio, la sed, se fue todo…estaba ya tan cerca la miel. La cima fue un momento glorioso, mirábamos a nuestro alrededor: “Toooooodo eso hemos recorrido hoy” Estamos satisfechos, sonreímos todos, desde el “pico lanzadera” con una bajada perfecta como broche de la jornada. Yo solo tuerzo el morro, simbólicamente, pensando en lo que nos espera el domingo, que no será moco de pavo…podré? Bonita sensación la de llegar al coche a la hora en que cierran las pistas, es como si hubiéramos amortizado a tope el forfait (qué forfait?).
Salgo de mis pensamientos y vuelvo a mis montes de diario, veo los restos de las podas bien amontonados, se nota que los guardas han estado encima. Me imagino a los trabajadores a 40 grados con los pesados pantalones de motoserrista, el casco, los guantes, la bototas…cómo tengo la cara de decir que mi trabajo es duro?
Me encanta ver montes verdes, que con tanto incendio en 2009 no hago más que ver quemados…Hace un frío que pela, Jesús no se atreve ni a fumar, por no sacar las manos de los bolsillos. La gente empieza a aparecer por el monte en cuanto hace fresco, para llevarse la leña a casa. “Teniendo carrasca, aquí el pino no se lo lleva nadie” Me cuentan chascarrillos de la gente del pueblo, que me encantan, me gusta la vidilla de los pueblos, los saludos cotidianos.
Observo desde el coche y vuelvo al domingo pasado, voy siguiendo mentalmente la ruta que hicimos, desde que saliéramos de Astún, hasta un collado, otro, otro…qué maravilla recorrer, qué gozada vernos tan solos, tan contentos. Todos emocionados por unos paisajes que parecen de mayo, de primavera más que de invierno; ah, pero es que no es invierno, es otoño todavía! Que impacientes!
Un ruido fuerte al romper el hielo de un charco, me saca de mis pensamientos, y decido estar a lo que estoy. “Entonces, entre unas cosas y otras tenemos diecisiete hectáreas, porque si dices que en el rodalico ese de ahí no va a entrar la retro…”
Anochece y vuelvo hacia casa, ahora sí me meto definitivamente en nuestro Pirineo, saboreando aún la nieve del fin de semana, y sabiendo que, como no nieve…mal lo vamos a tener. Menos mal que hay dos montes!
Una tele enorme parlotea sobre asesinatos en Olot, pero la gente está a lo suyo, en la partida de guiñote, en el carajillo y el cigarro.
Llegan los guardas algo apurados por el retraso, pero les recibo sonriente porque la espera ha sido, como poco, agradable. Son extraños estos vínculos laborales que se establecen de vez en cuando. Me ilusiona compartir la jornada con estas dos personas entrañables, me siento una privilegiada. Me llevan, me enseñan sus montes y responden pacientes mis montones de dudas. Me preguntan tímidos por mi presente laboral, pues ya saben que futuro no tengo. “De momento, si estás aquí es buena señal” me dicen. Empiezan a aparecer las encinas, alguna sabina tímida, y comentamos lo bonito que es este valle perdido y desconocido. Me evado un rato pensando en el fin de semana pasado, en el otro monte, el del ocio, tan distinto del laboral. Pienso en esas rutas de ensueño que hemos hecho por el Pirineo, dejo a un lado los rendimientos, las hectáreas, los estéreos de madera, la maquinaria…Me siento cómoda en ambos planos, aunque no es el mismo monte.
Me acuerdo del agotamiento del sábado, recorriendo el circo de Aneou, cuando todavía nos esperaba el Peyreget, cuando creíamos que ya habíamos tenido suficiente, que yo hasta le dije a Jorge, sentenciando: “A mi, esta última subida me sobra…” Pero cómo que me sobra, no me sobra nada! En el último repecho nos vino a todos una euforia repentina, se fue el cansancio, la sed, se fue todo…estaba ya tan cerca la miel. La cima fue un momento glorioso, mirábamos a nuestro alrededor: “Toooooodo eso hemos recorrido hoy” Estamos satisfechos, sonreímos todos, desde el “pico lanzadera” con una bajada perfecta como broche de la jornada. Yo solo tuerzo el morro, simbólicamente, pensando en lo que nos espera el domingo, que no será moco de pavo…podré? Bonita sensación la de llegar al coche a la hora en que cierran las pistas, es como si hubiéramos amortizado a tope el forfait (qué forfait?).
Salgo de mis pensamientos y vuelvo a mis montes de diario, veo los restos de las podas bien amontonados, se nota que los guardas han estado encima. Me imagino a los trabajadores a 40 grados con los pesados pantalones de motoserrista, el casco, los guantes, la bototas…cómo tengo la cara de decir que mi trabajo es duro?
Me encanta ver montes verdes, que con tanto incendio en 2009 no hago más que ver quemados…Hace un frío que pela, Jesús no se atreve ni a fumar, por no sacar las manos de los bolsillos. La gente empieza a aparecer por el monte en cuanto hace fresco, para llevarse la leña a casa. “Teniendo carrasca, aquí el pino no se lo lleva nadie” Me cuentan chascarrillos de la gente del pueblo, que me encantan, me gusta la vidilla de los pueblos, los saludos cotidianos.
Observo desde el coche y vuelvo al domingo pasado, voy siguiendo mentalmente la ruta que hicimos, desde que saliéramos de Astún, hasta un collado, otro, otro…qué maravilla recorrer, qué gozada vernos tan solos, tan contentos. Todos emocionados por unos paisajes que parecen de mayo, de primavera más que de invierno; ah, pero es que no es invierno, es otoño todavía! Que impacientes!
Un ruido fuerte al romper el hielo de un charco, me saca de mis pensamientos, y decido estar a lo que estoy. “Entonces, entre unas cosas y otras tenemos diecisiete hectáreas, porque si dices que en el rodalico ese de ahí no va a entrar la retro…”
Anochece y vuelvo hacia casa, ahora sí me meto definitivamente en nuestro Pirineo, saboreando aún la nieve del fin de semana, y sabiendo que, como no nieve…mal lo vamos a tener. Menos mal que hay dos montes!
Hola
ResponderEliminarBonita crónica. Solo un pequeño tirón de orejas. ¿Es verdad que nuestra profesión no tiene fururo? o ¿es qué a fuerza de decirlo nos lo hemos creido?. Por lo que a mi toca y despues de 15 años ejerciendo te puedo asegurar que es lo segundo. Ahora trabajo en un camping que se respira más optimismo. Paradogico ¿no?.
Nos vemos
Buenas noches,
ResponderEliminarNo hablaba de nuestra profesión (qué profesión?), siento el malentendido. Me refería a mi precaria situación laboral. Se puede extender más bien a mi generación, más que a mi gremio. Vaya, no pretendía sonar pesimista...siento haber transmitido ese pesar, quizás egoísta...
Muchas gracias por opinar!
Saludos
Enhorabuena por tus crónicas, por cómo sientes, por tu entusiasmo
ResponderEliminarBlanca después de la tormenta llega el arco iris. A tus años, hace unos años, muchos de tus compañeros, esta vez si de tu profesión , estaban como tú. La figura del NEGRO del antiguo Icona era el reflejo de la misma. Los años pasan y la perseverancia, y la formación hacen que uno se consolide en una profesión que merece la pena.No te desanimes
ResponderEliminarDi que si Blanca. La profesion (el mundo forestal espanhol en general) y nuestra generacion tienen poco futuro tal y como esta organizada Espanha.
ResponderEliminarLas generaciones anteriores a la nuestra no se dan cuenta de lo que estan tensando la cuerda con nuestra generacion, y nuestra generacion tiende a rendirse sin dar la batalla.
La cosa esta chunga, pero las montanhas y los amigos siempre estaran ahi....que no es poco.
Chuti, se me pasó leer esta crónica. Es buena, buena. Y lo mejor, ha creado una polémica esperanzadora. Mor
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