Últimamente no me acordaba. El otro día, mientras circulaba a 40 km/h de camino al trabajo, en medio de una copiosa nevada, intentaba recordar qué tiene de bueno el invierno. Cuando llegué y casi me mato de un resbalón al bajar del coche, aún me acordaba menos.
Un poco más tarde conducía por la nieve y me encontré un coche cruzado en la cuneta. Y más tarde otro. Y luego otro. Luego vinieron los que no llevaban cadenas, luego los que no sabían ponerlas. Y luego los que las llevaban y sabían ponerlas, pero apuran hasta que se cruzan y tiene que ir la grúa, y entonces piensan por qué no pusieron las cadenas.
Ya por la tarde caminaba por una de las calles intentando no morir en el intento, esquivando el hielo como podía, cuando de repente se me cayó encima un montón de nieve de un tejado...qué tendrá de bueno el invierno???
Al día siguiente seguía sin acordarme, preocupada, y tenía los pies tan helados que no podía ya ni imaginarlo. Conducía de vuelta a casa, ya de noche (otra vez de noche!!!) y ya estaba mosqueada.
Otro día más, y ya no podía ser. Me decidí a buscar la respuesta allí donde casi siempre aparecen las soluciones: en el bosque. Me puse mis zapatillas de correr: y dos capas de ropa, y el gorro, y los guantes...y salí por la pista hacia Gavín. Nada. Me sobraba ya una camiseta, cuando la senda empezaba a subir. Nada. Llegué al desvío hacia la caseta de las Brujas, y en la senda empezó la fiesta: barro, hielo, nieve y hojas de roble congeladas. Empezaba a intuir la respuesta...en cada resbalón sentía ese “casi...pero no”, hasta que tras el resbalón di con mi culo en el suelo (ahora era casi...pero sí). Luego una piedra camuflada bajo la nieve me hizo caer de nuevo. Pero llegué a casa con respuesta.
Esta mañana el sol no quería salir, está muy tímido últimamente. Pero yo quería comprobar mi hipótesis. Nos poníamos las botas (nuevas) y yo notaba ya el gusanillo por la tripa, mi hipótesis se iba a confirmar en cosa de segundos. Pegaba las focas cuidadosamente, cerraba la mochila, me ponía los guantes, y por fin, los esquís! Sara y yo no dejábamos de hablar, emocionadas las dos, de montaña, de viajes,...y Marc el pobre abriéndonos la huella.
Luego una bajada triunfal por el bosque, de las que te saca la sonrisa, de las que provocan un solo pensamiento: ME ENCANTA EL INVIERNO!!!!